Literatura & Psicología

3.8.17

Colores naturales


A veces creo
que el universo se conjuró para que yo me amara
no importa que tantos hombres me hayan
dicho lo contrario
algunos me dijeron que solo podían amarme ellos
según otros
no podía amarme nadie
más de uno se esforzó por convencerme
de que algo malo había
en mis piernas demasiado flacas
en mi nariz demasiado grande
en mi cadera demasiado estrecha
y me golpearon la cabeza contra el espejo
desesperados 
mientras mi mano ondulaba como un ave
por los cielos de la ironía 
en la secundaria no fui nunca popular 
si no era por mi fleco desarreglado sobre los ojos 
y mi cerebro afilado como flecha
mala deportista
mala bailarina
mala hasta para llorar
(ni una lágrima se me escapó 
en esos apasionados momentos
que conmocionaron el mundo adolescente)
eso sí
fui siempre buena para guardar secretos
aún tengo mi valija llena
con esas cosas 
que otras niñas no sabían a quién contarle
también era buena para ocultarme
tenía el poder de la invisibilidad
contrario a la omnipresencia:
sabía no estar en ningún lado 
incluso así 
me atreví a seguir siendo esta mujer
con metro y medio de estatura
pelo renuente a los cortes y a los tintes
pies que pierden fácilmente el equilibrio
(si los montas en agujas verticales)
tan lejos de Cosmopolitan 
y tan cerca del canturrear de las palomas
¿qué iba a hacerle?
si era yo la enamorada
tuve miedo (no voy a mentir)
cuando mi vientre se rompió
y las tijeras 
cortaron pliegues  Las navajas     una y otra vez
entre el rosa y el carmín
esos colores naturales
donde corona la vida nueva
y 
sin aviso
comencé a cargar el miedo de todos esos hombres
el miedo de mis ancestros
el miedo de alguna mujer que acompañó mis noches
y mi carne saturada de veneno se hinchó 
a guisa de cadáver
un globo con helio
una estrella a punto de apagar su combustible
tuve que embriagarme y dibujar mi muerte
para recordar la ventana
por donde el trigo 
alzándose en el campo
me saluda y besa mis cabellos


No hay comentarios:

Publicar un comentario